apreció a mis ocho o nueve años, desde ese momento estudié pequeñas pinceladas sobre él, con el tiempo saboreé algunas de sus partes, imaginé su interior en mis ratos libres, y, finalmente, en cuanto me fue posible, lo viví.
Pido para el nuevo año, que se me vuelva a conceder mi sueño, esta vez como imaginé realmente cuando era una niña, sin mentiras, sin engaños, sin decepciones, sin lágrimas
los sueños son sueños, no realidades... los sueños no se cumplen, al menos no como uno imagina.
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